02 septiembre, 2011

Una nueva vida - Capítulo 5


Esa tarde fue increíble. Realmente se portó bien conmigo Alan, estuvimos jugando a la Xbox todo el tiempo. Luego, sobre la hora de cenar volvió Alice con una bolsa más de ropa para mí, junto al mayordomo de Alan, el Señor Edward, pero todos le llamaban Ed.
Cené la comida más deliciosa que había probado en toda mi vida, todo era genial, cogí un poco de soltura ya que me sentía más cómoda y hablé con los tres. Ya que a la mesa también se sentaban Alice y Edward, que eran pareja.

Durante la cena fue momento de explicaciones. Les conté mi vida empezando cinco años atrás, desde la muerte de mis padres a manos de un ladrón, suena cómico que yo sea una ladrona conociendo ese dato; continué explicándoles mis años en el orfanato hasta que me adoptaron los Harrison. Seguí con el año que pasé con ellos y escapándome para hablar con Christian, que era el único que conocía ese secreto. Y por último, terminé con los días anteriores, desde que me cogió el agente hasta que Alan me encontró en la entrada de su casa.
Cuando hube terminado, Alice se llevó una mano a la boca en señal exclamativa por mi infancia.
-Pobre niña… - Dijo con mirada triste. – Hay que hacer algo con esos dos malechores. – Los dos hombres asintieron demostrando su acuerdo.
-¡No! ¡No! No, por favor no lo hagáis. Me he ido, seguramente nunca los vuelva a ver. Por favor, no hagáis eso, sino me devolverán a un orfanato.
-Pero las autoridades deben de conocer este caso. – Explicó Ed para intentar convencerme.
-Bueno, lo hablaremos mañana, por ahora vas a pasar aquí una temporada hasta que tomemos una decisión. – Alan me dirigió una mirada de orden, no de proposición. Agradecía lo que estaba haciendo por mí.
-Nosotros deberíamos irnos ya, Señorito Alan.- Anunció Ed.
-Vamos, amigo, ya sabes que no quiero que te dirijas a mí de esa forma. No te sientas mal, pero tú eres bastante más viejo que yo. – Ambos se rieron con ese comentario, se notaba que se querían mucho.

Antes de irse, le pedí a Alice que le diera las gracias a su hija por prestarme tanta ropa.
-No es prestada, sino regalada. No tienes nada para ponerte, así que esto te ayudará un poco. Ella ya es más mayor y está estudiando fuera, así que no le importará. – Y me guiñó un ojo.
Cuando se fueron, Alan y yo nos quedamos solos en el salón. Fui a recoger mi plato pero él me detuvo. Colocó su mano sobre la mía e hizo un poco de presión para obligarme a dejar la vajilla donde estaba.
-No, déjalo. Yo recogeré la mesa, tú vete a acostar. La verdad es que lo necesitas. – Su mirada siempre era tierna.
-Pero…
-Tira. – Dijo con tono alegre. Yo me levanté de la silla dándole las gracias con la mirada y fui a salir de la sala pero me detuve. Giré sobre mí misma y me quedé quieta observando a Alan.
-¿Qué ocur… - Rompí su pregunta lanzándome a sus brazos entre lágrimas, no pude evitarlo, llevaba demasiado tiempo reteniéndolas. Susurraba muchos “gracias” seguidos entre los sollozos, él se quedó atónito con mi repentino comportamiento, pero lo aceptó y me devolvió el abrazo a la vez que me besaba la frente con ternura.

Una vez hube terminado con mis lloriqueos le miré muy avergonzada mientras me separaba de él y empecé a sonrojarme.
-¿Podría… ducharme antes de acostarme? La verdad, me siento un poco sucia… - Le expliqué mientras cogía un mechón de mi pelo con cara de asco.
-Por supuesto, está una puerta antes de tu dormitorio. Buenas noches. – Cogió mi rostro entre sus manos y me besó de nuevo en el mismo lugar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario